Cuando hablamos de última tecnologías, siempre se suele pensar en redes sociales, teléfonos inteligentes e internet, pero los avances se están aplicando a campos de los más variopintos. Es el caso de la ganadería que desde hace años está incorporando numerosos sistemas de control y producción diseñados por start-ups y compañías especializadas.
En un entorno rural tan aparentemente tradicional como Asturias ya se aplican algunos de estos sistemas. La central lechera, siempre pionera en la aplicación de nuevas tecnologías en el sector lácteo, ha difundido estos sistemas entre los ganaderos.
Como siempre sucede cuando se trata de cambiar hábitos adquiridos desde antiguo, muchos profesionales no vieron con buenos ojos las novedades. Y es lógico. Algunas de las aplicaciones que debían aprender a usar exigían nuevos conocimientos en materia informática. Y no todos estaban preparados para ello. Pero cuando se empezó a demostrar que estas apps aplicadas al control y la producción ganadera eran beneficiosas, ahorraban tiempo y dinero, se fueron a incorporando a casi todas las ganaderías.
Hoy en día es normal ver a un ganadero controlar sus reses desde una tablet y descargar información en un ordenador para gestionar la misma desde programas específicos de tratamiento de datos. Además, los organismos oficiales de control y las propias empresas productoras y distribuidoras, como central lechera, cada vez pone más énfasis en la seguridad y la salud de las reses, además de la trazabilidad de los productos.
Así que la tecnología de control ganadero no se detiene, como demuestra la aparición de un collar para vacas, una especie de wereable, como los que se han puesto de moda entre las personas. Si muchos ya llevan una pulsera que mide numerosos parámetros, desde los kilómetros recorridos hasta el tipo de sueño, las vacas también pueden ser controladas: el tiempo que rumian, cuánto caminan, etc.
Se trata, según sus responsables, de controlar la salud del animal para mejorar la producción evitando trastornos o detectándolos a tiempo. En países como España, estas tecnologías se están implantando poco a poco, a medida que los ganaderos son conscientes de sus beneficios a largo plazo.