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El litoral gallego depara sorpresas inesperadas al visitante extranjero. El archipiélago formado por las islas de San Martiño, Monteagudo y Faro es sin duda una de ellas. Más allá del reclamo que suponen arenales como Rodas o Figueiras, son la fauna y flora de las Cíes las que despiertan el interés de los amantes de la naturaleza. Con toda justicia, esta isla es considerada un refugio para la biodiversidad.

Esta realidad se impone a la hora de comprar ticket islas cies, pues se requiere una autorización de la Xunta para visitarlas, con un aforo cada vez más limitado. Este requisito se explica por la presencia de endemismos animales y vegetales que reconocen su hogar en este archipiélago, de indiscutible valor natural.

De menor a mayor importancia, cabe destacar las poblaciones de conejos y erizos que habitan las Cíes, así como una variada gama de reptiles entre los que se incluyen el lución, el eslizón y la lagartija ibérica. Los colúbridos, aunque existentes, no son venenosos.

Dentro de los mamíferos y vertebrados acuáticos, los visitantes podrán observar pulpos, sepias, caballitos de mar, rodaballos, percebes o estrellas de mar en estas costas. Conviven con ellas diversos moluscos y crustáceos, sin mencionar los preferidos del público infantil: los delfines y las orcas, que también hacen acto de presencia en las orillas de las Cíes.

Sin embargo, la avifauna se convierte pronto en el centro de atención de quienes ponen un pie en estas islas, catalogadas como Zonas de Especial Protección para las Aves (ZEPA). Destacan el cormorán moñudo y la gaviota patiamarilla, por su delicado estado de conservación.

Respecto a la flora, las Islas Cíes albergan numerosos endemismos, como el subarbusto denominado camariña o la hierba conocida como armería o clavelina del mar. Al otro lado de las dunas y playas, este archipiélago cuenta con poblaciones de abedules, madroños y robles melojo, mientras que en el agua pueden descubrirse al menos doscientas especies de algas.

Muchas personas acuden cada día a su trabajo usando diferentes medios de transporte. Algunos lo hacen en vehículo particular. Otros muchos comparten el coche ya sea con compañeros de trabajo habituales ya sea a través de aplicaciones que facilitan conocer a gente con las mismas rutas diarias.

Los más ecologistas recurren a métodos de transporte alternativos como las bicicletas y, en los últimos tiempos, los patinetes eléctricos. Estos permiten recorrer distancias demasiado largas para ir a pie de una manera cómoda y muy económica.

También hay quienes van en transporte público, ya sea autobús, metro o tren de cercanías. Estos transportes cuentan con la comodidad de no tener que conducir, pero a veces están demasiado llenos de gente. Por suerte, cada vez hay más conciencia de su uso y más presión, lo que ha llevado a que algunas ciudades refuercen sus transportes públicos (todavía hay un largo camino aquí para recorrer).

Y luego están los que viven cerca de Vigo, en Moaña y Cangas, por ejemplo, que pueden viajar a diario en barco vigo para ir a trabajar. Seguramente, no sean los únicos que pueden hacerlo, hay otros transportes que unen ciudades y pueblos cercanos separados por rías. Pero, sin duda, en este caso son un buen número de personas que usan el barco no solo por motivos laborales, sino también para estudiar o para acudir a hacer compras o gestiones.

Decir que vas a trabajar todos los días en barco es algo original, no cabe duda. Pero es que además es muy cómodo. Por mar no hay atascos y sabes siempre a qué hora va a salir el barco y también cuando va a llegar. Algo que no puedes garantizar con otros tipos de transporte. Además, una vez en Vigo, puedes enlazar con los autobuses urbanos para ir a tu lugar de destino si queda alejado del puerto. Y lo mejor de todo es que la tarjeta de transporte urbano es la misma para todos, pudiendo disfrutar de descuentos tanto en el bus como en el barco.

En verano, es todo un placer viajar en la parte superior del barco con la brisa dando en el rostro y observando los paisajes a ambos lados de la ría y, en invierno, hacerlo en la parte interior, escuchando cada mañana el sonido del mar. Y esta es solo una de las muchas ventajas de vivir en Vigo y en sus alrededores.

Las islas Cíes son uno de los destinos estrella en las Rías Baixas para quienes buscan tranquilidad, paz, naturaleza y playas de ensueño. Los que se quedan en las islas renuncian al ocio nocturno que pueden encontrar en algunos de los puntos de interés de la zona, como Vigo o Sanxenxo, pero a cambio tienen la sensación de estar en un auténtico paraíso.

Pero estas islas no ejercen su magia solo en verano. También se pueden visitar en otros momentos del año, como es en primavera. Es cierto que en primavera el camping no va a estar disponible y el viaje será de ida y vuelta en el mismo día, pero se podrán obtener recompensas suficientes para hacer que valga la pena coger el barco y disfrutar de este pequeño trocito de cielo en la tierra.

Muchos grupos organizan excursiones en primavera para poder realizar rutas de senderismo o para poder llevar a cabo observaciones con mayor tranquilidad. Pero, aunque esto sea así, jamás se encontrarán en esta época del año tantas personas como en verano. Y, eso sí, jamás se verán las islas masificadas porque la cantidad de personas está limitada durante todo el verano.

Visitar las islas cies abril no garantiza la playa como puede hacerlo en agosto, pero sí que garantiza, casi al cien por cien, la temperatura ideal para realizar alguna de sus rutas de senderismo y disfrutar de un tiempo agradable y a la vez perfecto para moverse. Tal vez, incluso, para poder sentarse en la arena y tomar un rato el sol a las horas adecuadas. Y es que, con este tiempo tan cambiante, es complicado hacer predicciones.

En cualquier caso, veremos la naturaleza en todo su apogeo, algo que es normal en la primavera en todas partes pero especialmente en lugares como este en los que la acción del hombre no es tan evidente. No debemos de olvidar que durante el invierno el número de visitantes que acuden a la isla desciende considerablemente, por lo que todavía es un lugar más conservado y menos contaminado por la acción de las personas.

En abril además, seguramente no sea complicado visitar las islas porque no habrá tanta gente deseando acudir, tal como ocurre en verano cuando abre el camping y hay colas y reservas que en algunas ocasiones se solicitan hasta con un año de antelación para asegurarse de que tendrán su parcela disponible los días deseados.

-Obtener los permisos. El primer paso para organizar una excursión de un grupo a las Cíes es obtener los permisos, ya que el acceso a la isla está controlado y solo pueden pasar un número de personas cada día. En la Web habilitada por la Xunta para este fin se puede ver qué días hay plazas libres y una vez que se solicita la fecha deseada se obtiene el permiso al momento. Por supuesto, este es gratuito.

-Sacar los billetes. Ya con la autorización para poder ir a las islas es el momento de sacar los billetes cies para el día señalado. Se compran a través de la Web de la naviera y se adquieren de ida y vuelta. Hay que revisar bien todos los horarios para saber exactamente de qué tiempo se dispone y que no haya malentendidos. Se recomienda quedar con la gente un cuarto de hora antes en el punto de partida para irse juntando, ya que siempre hay quién se retrasa o se equivoca de lugar.

-Organizar la ruta. Organiza la ruta que se va a realizar por las Cíes. Hay varias rutas de senderismo y están todas muy bien explicadas en la Web. Elige la que sea más adecuada para el tipo de gente que se ha anotado a la excursión y envíala para que todo el mundo la conozca de antemano. Puedes elaborar una lista con recomendaciones, como por ejemplo la comida y la bebida que se deben de llevar, la crema protectora, el gorro y el bañador, que no pueden faltar en la mochila. Tampoco calzado cómodo y calcetines de algodón que permitan caminar sin rozaduras.

-Dar tiempo libre, con margen para la vuelta. Normalmente, tras la ruta de senderismo se suele dar a los grupos tiempo libre para ir a la playa a disfrutar durante al menos un par de horas. Aquí es normal que la gente se separe y se sitúen donde más les guste. Algunos, tal vez, prefieran quedarse en el bar tomando algo en lugar de estar en la arena. Lo importante es dejar clara la hora a la que hay que estar en el punto de salida del barco para que nadie falte. El organizador tendrá que llamar con antelación a quienes no estén en el lugar para evitar que se pierda el barco, por lo que hay que quedar con tiempo suficiente.

Tal vez si no hubiéramos tenido una pandemia nunca habría vuelto la mirada hacia el mapa de España. Durante todos los años precedentes, los viajes siempre eran al extranjero. En mi despacho de trabajo tengo varios mapas, pero el más grande es uno del mundo en el que pongo marcas en los países que he visitado. Cuando llegó la pandemia ese mapa ya no se cubrió de más marcas. Y entonces me di cuenta que a su lado había otro mapa más pequeño y sin marcas: el de España.

Entonces lo miré detenidamente y me di cuenta de la cantidad de sitios que todavía me quedaban por conocer. Es decir, no es posible conocer todos y cada uno de los pueblos de España, pero había un montón de lugares interesantes que me estaba perdiendo por querer mirar siempre un poco más allá, como si lo que tenemos más cerca no fuese suficientemente atractivo o lo estuviera dejando para más adelante. 

Y empecé fuerte mi viaje por España: yendo a Galicia para conocer las Islas Atlánticas. Para ello debía primero solicitar la autorizacion illas atlanticas xunta. Son esa clase de cosas que hay que hacer también en muchos lugares en otros países pero que siempre resultan extrañas cuando se trata de algo que está en tu propio país. Y es que estamos en una época en la que todo se ha complicado para viajar.

Pero esta autorización nada tiene que ver con lo que estamos viviendo: se trata de una forma de proteger el ecosistema de estas islas, de evitar que sean ‘invadidas’ por turistas tal y como ha sucedido en otros muchos lugares. Esa autorización permite controlar el flujo de viajeros y, además, algunas de estas islas solo existen campings para pernoctar, rechazando el impacto que podrían tener la presencia de hoteles y otras infraestructuras turísticas. 

Así que con mi autorización illas atlánticas xunta en la mano me puse a preparar con mimo mi viaje. Sería el primero de muchos que iba a hacer por mi país recorriendo algunos de esos rincones que no tienen nada que envidiar a los de otros países.

Pasear es una actividad muy gratificante y, lo mejor de todo, también es gratis. Además, ayuda a mantenerse en forma y resulta muy agradable oxigenarse con un buen paseo tras una semana de trabajo y de clases. Pero cuando paseamos siempre por los mismos lugares al final acabamos aburridos de ver las mismas cosas y buscamos algo que nos permita variar.

Si vives en Vigo y paseas habitualmente con tus hijos, te sugerimos coger el barco vigo moaña para pasar una tarde diferente en familia. Seguramente, los peques disfruten mucho del viaje en barco, sobre todo si no es algo que hagan de manera habitual. Les encantará subirse y para ellos será un pequeño viaje y una aventura para nada comparable a ir en coche, que a fin de cuentas es lo de siempre. Para los padres, será relajante no tener que conducir ni aparcar.

Moaña es un lugar perfecto para pasear, sobre todo por su paseo que es largo y con unas fantásticas vistas. Pero también hay pequeñas rutas de senderismo para cuando se quiera realizar alguna actividad un poco menos ligera que el simple paseo. Solo hay que planificarla antes de salir de casa y llevar lo necesario para una pequeña merienda/ descanso a mitad de la actividad.

El paseo de Moaña es muy largo y pasa por lugares muy agradables, como la plaza de abastos o la explanada de A Xunqueira. Los niños podrán pasar un rato muy divertido en el parque infantil e incluso, si el tiempo acompaña, se puede ir hasta la arena para pasear por la playa. Incluso se puede combinar el paseo marítimo con alguna pequeña incursión hacia el interior del pueblo.

A lo largo del paseo encontramos algunas esculturas, como la de O Fisgón o la de la Ballena,  que son ideales para quitarse algunas fotos que añadir al álbum familiar o incluso para compartir con los amigos. Además, al ser un lugar muy tranquilo, aunque transitado en verano, los niños podrán corretear y disfrutar de cierta libertad con la mayor tranquilidad para sus padres.

Antes de coger el barco de vuelta, se puede hacer una parada en alguno de los locales de hostelería del paseo para tomar un refresco o merendar y coger así fuerzas para la vuelta. Seguro que será un día que apetecerá repetir a toda la familia y que dejará un fantástico sabor de boca.