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El mantenimiento de cortinas y estores es un asunto desconocido por muchos. Su limpieza no debería limitarse a unas pasadas del plumero atrapa polvo, pues de esta forma se combate el polvo más superficial, no las humedades, las plagas textiles o la sobreexposición solar. Para alargar la vida de estos accesorios, es indispensable retirar la suciedad acumulada con ayuda de herramientas y electrodomésticos adecuados (aspiradoras, cepillos de lavado giratorio, etcétera), para así acceder a los ojales para cortinas, los dobleces interiores y otras áreas de difícil acceso.

 

Estos cuidados devolverán a cortinas y estores su buena presencia original, previniendo además la aparición de malos olores. Y es que estas telas pueden acumular olores desagradables con el paso del tiempo. Además de la limpieza regular, se recomienda ventilar las habitaciones una vez a la semana y utilizar tejidos adaptados a las condiciones ambientales (en baños y cocinas, por ejemplo, se preferirán las telas sintéticas para las cortinas).

 

Además, los rayos solares pueden suponer una grave amenaza para la integridad de los tejidos más delicados. En el punto de mira del sol, particularmente durante los meses más calurosos del calendario, están las cortinas y los estores, cuya vida útil se reduce drásticamente si no se adoptan medidas que mitiguen el impacto solar. Polarizar el cristal de las ventanas es una solución. También resulta útil decantarse por el poliéster y otras telas resistentes a la acción de los rayos solares.

 

Las plagas textiles son, por otra parte, un enemigo de la ‘salud’ de las cortinas de tejidos naturales (lana, por ejemplo) que muchos tienden a ignorar. Así, son invitados indeseables los escarabajos en general, todas las especies de polilla (común, blanca, negra) y determinados insectos en formación, como las larvas de carcoma, que devoran todo cuanto está a su alcance. Para combatirlos, es aconsejable mantener una rutina de limpieza que abarque no sólo las cortinas, sino también los objetos cercanos, como el mobiliario y las alfombras, que pueden convertirse en un criadero para estas y otras plagas.

El pulpo es una de esas especies marinas que no necesita carta de presentación para el consumidor español y cuya faceta más conocida se encuentra en los arroces, guisos y ensaladas más típicos de la cocina mediterránea y atlántica. Pero este molusco octópodo es algo más que un bocado apetitoso.

 

El pulpo congelado es un alimento con un alto contenido en minerales, proteínas y vitaminas liposolubles, como las vitaminas A, B y C, el potasio, el selenio, el sodio, el yodo y especialmente el calcio, por citar los más representativos. Por consiguiente, uno de sus beneficios más evidentes es el fortalecimiento de los huesos, tan importantes a edades tempranas. Asimismo, por sus aportes en aminoácidos y polisacáridos, la ingesta de pulpo contribuye a la prevención de diversas enfermedades y dolencias.

 

Además, estos cefalópodos destacan por su escaso contenido en grasas y calorías, siendo compatibles con un régimen saludable que busque limitar el consumo calórico, a fin de realzar la figura o de frenar la ganancia de peso corporal. De ahí que el pulso sea ‘amigo’ de deportistas y personas con intención de adelgazar.

 

Los afectados por el ácido úrico elevado también reconocerán un aliado en el pulpo, debido a su escaso contenido de purinas. Lo que sí posee, y en cantidades generosas, es el aminoácido llamado taurina, útil para la prevención de la diabetes, así como para combatir desórdenes metabólicos en órganos como el hígado.

 

Respecto a la tinta del pulpo, sus aplicaciones trascienden el ámbito culinario —como ingrediente exquisito en diversos platos— para convertirse en un agente benéfico de la salud humana. Según un estudio de la Universidad de Sonora (México), la tinta de este cefalópodo actúa como un potente regulador intestinal y contribuye a luchar contra el cáncer de mama.

 

Y es que el pulpo continúa siendo una caja de sorpresas para la comunidad científica, por más que el consumidor medio lo siga reduciendo a un bocado apetitoso.

La jubilación es un momento muy importante de cambios en la vida. Supone abandonar la etapa laboral, seguramente muy extensa y comenzar otra nueva etapa en la que se es dueño del tiempo, dentro de lo que la familia lo permite.

Tras muchos años, dejar el lugar de trabajo suele representar un momento agridulce. Por un lado, es muy esperado porque permite descansar, pero también da cierta tristeza porque para algunas personas, supone la constatación de que son mayores. Y también porque, cuando hay un buen ambiente de trabajo, dejar de acudir todos los días a ver a los compañeros y a realizar una tarea que te gusta supone renunciar a cosas importantes en la vida.

Pero antes de irse queda un último momento importante, que es la despedida. Lo normal es que los compañeros de trabajo organicen una despedida a quién se marcha en forma de cena o de picoteo informal en el lugar de trabajo y, entre todos, se le compre un regalo a quién se marcha.

El reloj es el regalo más habitual para quienes se jubilan, tanto es así que se ha convertido en una tradición en muchas empresas. Se busca un reloj de alta gama, con una calidad excelente, como la de los Relojes Hublot Vigo y se personaliza con una inscripción para que sirva de recuerdo. Y siempre es un éxito.

Por eso, continúa siendo una de las mejores opciones para quienes se van, conservando así un bonito recuerdo de todos sus compañeros y de todos los años que dedicaron al trabajo en la empresa. El reloj es el objeto que mejor simboliza el paso del tiempo y por eso fue en origen el escogido para realizar este tipo de regalos al llegar a la etapa de jubilación.

No obstante, hay empresas en las que se prefiere innovar y se ofrecen otro tipo de regalos para los jubilados. Uno de los más novedosos y que tiene sus defensores, pero también a sus detractores, es regalar un bonito crucero para dos personas. Este regalo, como es evidente, se disfruta solo una vez y eso es lo que menos gusta a los que piensan que no es la mejor idea para que la persona guarde un recuerdo. Pero los que lo defienden afirman, y no podemos dejar de darles la razón, que, aunque se disfrute sólo una vez no se olvida jamás.