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Más de 3 meses esperando por una mamografía rutinaria. El año pasado tardé ese tiempo en que me dieran cita para una mamografía. Se trata de una prueba rutinaria y entiendo que, en principio, no se trata de algo urgente. Sé que en la Sanidad pública, cuando existe un riesgo real te atienden sin dilación y yo no tengo queja en ese sentido, pero es evidente que existe un grave problema cuando se trata de pruebas o de operaciones quirúrgicas no urgentes. Las listas de espera son terroríficas. 

Por eso, desde hace unos meses decidí hacerme un seguro privado. El carcinoma de pecho no es ninguna broma y quiero estar tranquila y no esperar más tiempo del debido. Hace muchos años también disfruté de seguro privado porque estaba incluida en el seguro de mi madre, pero era una época en la que tampoco hice mucho uso del médico. Pero ya voy teniendo una edad y me agobia exponerme a la lentitud de la Sanidad pública.

El problema es que la experiencia que estoy teniendo con el seguro privado tampoco es para tirar cohetes. Sí que es verdad que desde un punto de vista práctico parece todo más sencillo. Puedo pedir cita usando diferentes fórmulas. Con la aplicación del seguro todo es muy rápido. Tan solo tengo que elegir centro e incluso médico y me aparecen las horas disponibles. Pero también hay una especie de overbooking en algunos casos. 

Este mes de diciembre me tocaba otra revisión para detectar carcinoma de pecho. Y he tenido que esperar casi dos meses para tener una cita en el centro que tengo más cerca de casa. Tengo la suerte de que mi seguro tiene un hospital muy cerca de casa y siempre que puedo voy a ahí, pero otras muchas personas del barrio actúan igual que yo y el hospital no da abasto así que me he tenido que ir a otro para hacer esta prueba y no tener que esperar tanto tiempo. Así que no, tener un seguro privado tampoco es la panacea: el sistema de salud necesita adaptarse a la nueva realidad, ¿pero cómo?

¿Por qué resulta tan incómodo ver a una persona mayor pasándoselo bien? Y no me refiero a ver cómo juega una partida de mus, teje una bufanda de lana para un nieto o se desgañita en un partido de fútbol. Eso es lo que los más jóvenes aprobamos, pero ¿y si vemos a un jubilado de fiesta con unas copas de más? 

Hace poco se hizo viral unas fiestas organizadas por ingleses en el Mediterráneo español. Todo el mundo puso el grito en el cielo. Es cierto que se sospecha que algunos de estos guiris hacen cosas fuera de la legalidad, pero ese es otro tema. Lo que yo noto es una incomprensión hacia las personas mayores, como si solo tuviesen derecho a protestar por la jubilación, hacer ganchillo y cuidar de nuestros nietos. 

Los jubilados también quieren pasárselo bien, no solo pensar en cancer de higado tratamiento. Es decir, cuando uno cumple una edad, comienzan los típicos achaques. No es posible vivir la vida del mismo modo cuando tienes 70 años que cuando tiene 22. Es una cuestión física y, a menudo, también mental. Pero el deseo de disfrutar es similar, otra cosa es que una persona de 70 años tenga un concepto de disfrutar diferente a cuando tenía 20.

Sí entendemos como algo natural que una persona mayor esté preocupada por la rentabilidad de sus ahorros y por las enfermedades. Nos parece normal que nuestro abuelo acuda cada semana al médico a hacerse pruebas y esté preocupado por el cancer de hígado tratamiento. Pero no nos cuadra que quiera irse a Gandía a una fiesta con varios amigos que conoció en el taller de tai chi. Y además que no tiene pensado hacer mucho tai chi en Gandía. 

Esto viene a ser como cuando vemos a nuestro padre con dos o tres copas de más bailando en una boda. Queremos que nos trague la tierra porque a ese señor le hemos visto en el 99% de las ocasiones totalmente cabal y manteniendo la compostura. Pero ser mayor no significa estar siempre reconcentrado y serio: todo el mundo tiene derecho a hacer alguna locura de vez en cuando, nuestros mayores también.

Soy un gran fan de las películas de Harry Potter y no hace mucho tiempo que me he enterado de la muerte del actor que hacía de Severus Snape, que era un actor muy conocido llamado Alan Rickman. Este actor murió el año pasado a causa de un cancer de pancreas que ya llevaba años sufriendo. La primera vez que vi a este actor fue en la película de La jungla de cristal que hacía de el malo al que tenía que ganar Bruce Willis, ese papel lo interpretó de forma magistral, nunca había visto con anterioridad a un malo con tanta elegancia como en esa película. Después de eso lo he visto en innumerables películas, pero en las películas de Harry Potter es donde ha hecho el papel de su vida y por el que será recordado para siempre. La actuación en las películas de Harry Potter es espectacular, ya que parece que durante todas las películas de la saga parece que es uno de los malos, pero casi al final de la última película se revela que es el principal protector de Harry Potter.

 

Ahora, después de haberme visto todas las películas varias veces, creo que debería empezar a leer los libros, ya que por lo general los libros siempre son mucho mejor que las películas. Pero por desgracia no tengo acceso a los libros, son unos libros bastante caros teniendo en cuenta de que son libros destinados a los niños. Hace un  par de años me los iba a dejar una amiga que los tenía todos pero por cosas de la vida ya no nos vemos tanto como nos veíamos antes. Ahora voya tener que buscar la forma de conseguir los libros pero sin tener que comprarlos. Lo único que se me ocurre por ahora es que me los vayan regalando poco a poco, ya que tampoco es que me hagan falta todos a la vez. Con uno o dos libros al año ya tengo trabajo suficiente, ya que no dispongo de mucho tiempo para poder leer. Por eso veo las películas, eso solo me ocupa dos horas.

La metástasis es el proceso mediante el cual las células cancerígenas que se han desarrollado en un órgano acaban instalándose en otro. Un ejemplo claro lo tenemos en el cancer de pancreas e higado. Habitualmente, el paciente no desarrolla los dos tipos de cáncer, sino que sufre cáncer de páncreas y este acaba trasladándose a su hígado con el paso del tiempo.

Evitando los términos científicos, podríamos decir que cada órgano tiene su cáncer o sus cánceres específicos. Por ejemplo, el cáncer de páncreas no es el mismo que el de hígado, por eso cuando los médicos realizan el análisis saben en qué órgano comenzó el problema y en cuál se ha producido la metástasis. Dicho de forma muy básica, no sería un cáncer de hígado, sino uno de páncreas que ha surgido en el hígado.

Pero, ¿por qué se traslada el cáncer de un órgano a otro? Esto es algo que todavía se desconoce en profundidad. Se sabe que el sistema linfático juega un importante papel en este proceso pero son muchas más las lagunas que hoy en día se tienen que las certezas.

Los últimos experimentos en ratones apuntan a que ciertas células pueden ser las responsables de que el cáncer se expanda y que si fuésemos capaces de controlar la reproducción de estas células e incluso de eliminarlas se evitaría la metástasis.

Siendo la metástasis uno de los riesgos más graves en el cáncer, controlar que esto no ocurra sería un paso de gigante en la lucha contra el cáncer. Y los estudios en ratones parecen ser muy positivos.   Pero no es todavía el momento de echar las campanas al vuelo, desde que se realiza un experimento con ratones en laboratorio hasta que este se reproduce en humanos pasa mucho tiempo y se deben de cumplir un alto número de protocolos.

Se trata de controlar exhaustivamente la experimentación con los seres humanos, de forma que solo se realice una vez que se tienen el máximo de garantías de que será seguro. Una vez que se han cumplido todos los protocolos, las pruebas se realizan solo con algunas personas que se presentan voluntarias y a las que se han explicado todos los riesgos de los procedimientos.

No obstante, este tipo de noticias son muy positivas y no pueden menos que suponer un rayo de luz al final de este túnel que es la lucha contra el cáncer.

Hace tiempo que vengo oyendo hablar de los excesos de la medicalización, un asunto peliagudo con múltiples lecturas. Por un lado, está la propia industria farmacéutica, última responsable de este (presunto) exceso de medicalización, que debe combinar una innegable responsabilidad social con la legítima búsqueda de beneficios económicos. Por otro lado, está la propia comunidad médica, cada vez más resuelta a reducir el nivel de fármacos que consumen los pacientes y, por último, estamos nosotros, los pacientes.

Pero aunque creo que casi todos estamos de acuerdo en que en las últimas décadas en los países desarrollados hemos asistido a una escalada innecesaria (y peligrosa) de consumo de fármacos, también es cierto que existe otra tendencia radical (y también peligrosa) a rechazar medicinas y vacunas.

Mi propio abuelo se adhirió de alguna forma a esta tendencia en los últimos años negándose a hacer pruebas y a tomar medicamentos. Ni siquiera quiso asistir a las pruebas anuales de investigación cancer de prostata. Sin duda, influyó la muerte de la abuela, hace cinco años, de cáncer, después de una larga batalla plagada de sufrimiento… y muchas pruebas, fármacos y tratamientos.

Mi abuelo debió acabar harto de aquello, aunque siempre se ha mostrado muy escéptico con todo lo que respecta a la medicina. Siempre la pareció todo un “negocio” y trataba de evitar tomar cualquier pastilla.

Este es el otro extremo, también peligroso, la otra cara de la moneda al exceso de medicalización de la sociedad: personas que dan la espalda a la comunidad médica, considerándola perjudicial para la vida normal de las personas.

Por supuesto, nosotros hemos insistido en que debe seguir haciendo pruebas, como las de  investigación cancer de próstata. No es lo mismo esto que negarse a tomar un paracetamol. Creemos que puede ser solo una fase y que tarde o temprano volverá a tener sentido común, pero, por el momento, sigue en sus trece.

De lo que no cabe duda es que hay que encontrar una vía intermedia entre el atiborramiento de medicinas y la negación del progreso, sino el remedio será peor que la enfermedad.

El cáncer de cérvix también conocido como cáncer útero es el que tiene sus inicios en las células que revisten el cuello del útero. Esto se genera por un crecimiento desmedido de las células glandulares y/o escamosas que recubren el cuello uterino que ocurre gradualmente por la transformación de estas en células precancerosas.

Los tipos de cáncer de cuello uterino se clasifican según su aspecto ante el microscopio, siendo de Carcinoma de Células Escamosas el 90% de los casos y de Adenocarcinoma el resto.

A pesar de como en otros tipos de cáncer, existen factores que incrementan las posibilidades de padecer esta enfermedad, el estar involucrado con uno o más de ellos no es garantía de contraerla. Algunos de ellos en este caso son:

  • Infección por VPH.
  • Tabaquismo.
  • Inmunosupresión.
  • Infección con Clamidia.
  • Alimentación baja en frutas y verduras.
  • Sobrepeso.
  • Uso prolongado de anticonceptivos orales.
  • Uso de un dispositivo intrauterino.
  • Tener muchos embarazos completos.
  • Tener menos de 17 años en el primer embarazo completo.
  • Antecedentes familiares.

 

Entre los métodos de prevención de esta enfermedad, aparte de evitar al máximo los factores de riesgo mencionados arriba, está el uso de preservativos en toda relación sexual y la aplicación de la vacuna contra la infección del VPH.

Pero si observas algún sangrado o secreción vaginal inusual, o incluso dolor durante el coito vaginal, lo recomendable es que vayas a ver a tu ginecólogo de confianza para realizarte la prueba de Papanicolaou durante la revisión.

Ahora bien, las mujeres cuyos resultados dan positivos a células precancerígenas tienen que someterse a un cancer de cervix tratamiento que dependerá del tamaño de las células a tratar, puede llevarse a cabo una escisión electro quirúrgica, una biopsia de cono, o una cirugía láser o criocirugía para destruir las células en lugar de removerlas en el mismo consultorio o clínica si se desea.

Es importante que una vez pasada la etapa anterior, se mantenga un seguimiento periódico del caso para asegurar los resultados deseados y repetir de ser necesario.