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Desde que comenzó todo esto de la pandemia mucha gente ha tenido problemas de ansiedad, pero eso es porque no estaban acostumbrados a que los encerrasen en sus casas. Y de eso puedo dar fe, la novia de uno de mis amigos tuvo que asistir a un tratamiento de ansiedad en Ourense, pero su novio y yo que estamos más acostumbrados a tener una vida más o menos sedentaria no tuvimos ninguna clase de ansiedad durante la pandemia. Personalmente a mi me entra la ansiedad cuando me intentan llevar a sitios en los que sé que van a estar abarrotados de gente y eso es algo que ya no me gusta nada. Ya antes de la pandemia las aglomeraciones no me gustaban nada pero ahora no me puedo meter en un sitio donde haya muchas personas que no conozca, si conozco a las personas de mi alrededor no hay problema el problema viene cuando son desconocidas.

Y ese es el principal motivo por el que no he querido volver a la playa desde que comenzó todo esto de la pandemia. Antes iba a la playa todos los días del verano que hacía bueno, pero es algo que ya no me llama tanto la atención, ahora en lugar de ir a la playa prefiero ir hasta un merendero que conozco y en el que no hay demasiada gente y allí puedo relajarme un rato y se suele estar bastante frescco. El problema que tengo allí ahora es que han puesto un parque infantil y los gritos de los niños se escuchan demasiado cerca, da igual a la distancia a la que estés del parque. Llevo yendo a ese sitio desde los quince años por lo que me conozco la zona bastante bien, pero recientemente han metido unas máquinas por los caminos del bosque que los han convertido en verdaderas autopistas en el bosque, me parece que se han pasado un poco abriendo los caminos, no es que esté en contra de limpiar un poco los caminos pero no tanto como han hecho. Pero es algo que no me preocupa porque la vegetación crece antes de que me dé cuenta.

Siempre que puedo, intento ir en transporte público a Barajas. De los aeropuertos que conozco es uno de los mejores comunicados. Ya sea en metro o en autobús, es una gran opción para el viajero. El problema viene cuando vas justo de tiempo, cuando cargas muchas maletas, o cuando vives lejos del aeropuerto. En estos casos, el tiempo puede jugar en tu contra y entonces usas el coche particular, algo que yo también he hecho bastantes veces. 

Al usar el coche particular para llegar a Barajas todo es comodidad... menos el aparcamiento. Es el gran hándicap que tiene y la razón por la que muchos viajeros se lo piensan dos veces antes de coger el coche porque luego puede no ser nada fácil encontrar parking low cost larga estancia T4. Por mi experiencia, os digo que lo mejor, si quieres comodidad e ir a “tiro fijo” es reservar previamente parking.

Antes de hacerlo así, yo probé otras opciones. Desde dejar el coche en aparcamiento gratis pero alejados del aeropuerto y luego coger un autobús, o incluso ir andando. Todo con tal de no pagar. Si es tu prioridad absoluta (no pagar nada por el aparcamiento) entonces toca caminar, ir con mucho tiempo al aeropuerto y/o tener mucha suerte.

Como yo no confío en la suerte y buena parte de las veces que voy a Barajas es por cuestiones laborales, no me merece la pena jugármela. Por eso, busqué por internet parking low cost larga estancia T4 y comencé a probar a reservar plaza antes de llegar al aeropuerto. De esta forma vas sobre seguro, no tienes que estar dando vueltas a ver si sale otro coche o aparcar muy lejos de la T4.

Por supuesto, tiene un coste, pero si buscas bien, seguro que encuentras un aparcamiento low cost que, en mi opinión, es rentable si comparas el gasto con la comodidad y la seguridad que ofrece. Porque hay que tener en cuenta que vas a dejar unos días el coche aparcado, y siempre es mejor que esté en un entorno vigilado... que nunca se sabe.

Las islas Cíes son uno de los destinos estrella en las Rías Baixas para quienes buscan tranquilidad, paz, naturaleza y playas de ensueño. Los que se quedan en las islas renuncian al ocio nocturno que pueden encontrar en algunos de los puntos de interés de la zona, como Vigo o Sanxenxo, pero a cambio tienen la sensación de estar en un auténtico paraíso.

Pero estas islas no ejercen su magia solo en verano. También se pueden visitar en otros momentos del año, como es en primavera. Es cierto que en primavera el camping no va a estar disponible y el viaje será de ida y vuelta en el mismo día, pero se podrán obtener recompensas suficientes para hacer que valga la pena coger el barco y disfrutar de este pequeño trocito de cielo en la tierra.

Muchos grupos organizan excursiones en primavera para poder realizar rutas de senderismo o para poder llevar a cabo observaciones con mayor tranquilidad. Pero, aunque esto sea así, jamás se encontrarán en esta época del año tantas personas como en verano. Y, eso sí, jamás se verán las islas masificadas porque la cantidad de personas está limitada durante todo el verano.

Visitar las islas cies abril no garantiza la playa como puede hacerlo en agosto, pero sí que garantiza, casi al cien por cien, la temperatura ideal para realizar alguna de sus rutas de senderismo y disfrutar de un tiempo agradable y a la vez perfecto para moverse. Tal vez, incluso, para poder sentarse en la arena y tomar un rato el sol a las horas adecuadas. Y es que, con este tiempo tan cambiante, es complicado hacer predicciones.

En cualquier caso, veremos la naturaleza en todo su apogeo, algo que es normal en la primavera en todas partes pero especialmente en lugares como este en los que la acción del hombre no es tan evidente. No debemos de olvidar que durante el invierno el número de visitantes que acuden a la isla desciende considerablemente, por lo que todavía es un lugar más conservado y menos contaminado por la acción de las personas.

En abril además, seguramente no sea complicado visitar las islas porque no habrá tanta gente deseando acudir, tal como ocurre en verano cuando abre el camping y hay colas y reservas que en algunas ocasiones se solicitan hasta con un año de antelación para asegurarse de que tendrán su parcela disponible los días deseados.

Dependiendo del negocio, la competencia puede ser perjudicial o un acicate para mejorar. Pero si se trata de hostelería, la competencia a menudo ayuda a consolidar un negocio, sobre todo cuando se generan rutas o calles “gastronómicas”. Es lo que ha sucedido en la calle en la que tenemos nuestro local. Somos los más veteranos de la zona, pero nuestro restaurante ha pasado por varias fases hasta que decidimos orientarlo a un cliente más sofisticado.

Fue un paso de cierto riesgo porque suponía intentar atraer también a un cliente que, hasta entonces, frecuentaba mucho menos nuestro local. Pero pensamos en la disposición de la calle y en su cercanía al centro para dar este paso adelante. Se trataba de una calle corta con una acera muy ancha y poco tráfico. Esto tiene sus pros pero también sus contras: no solía ser una calle de paso tampoco para los transeúntes lo que dificultaba dar a conocer nuestro cambio de imagen. Este cambio de imagen incluía nuestra nueva terraza, con ezpeleta parasol para la época de buen tiempo, clave para un restaurante como el nuestro.

Entonces nos enteramos de que en un local anexo, vacío desde hacía muchos años, se iba abrir otro restaurante... ¡justo al lado del nuestro! Y surgen las dudas: ¿será bueno o malo para nuestro negocio? ¿Nos quitará clientes o nos ayudará a generar un polo de atracción gastronómica? Cuando finalmente se abrió rápidamente nos dimos cuenta de que iba a ser positivo para nosotros ya que se trataba de un restaurante de un corte similar al nuestro que podía complementar la propuesta. 

Además, no tardamos en hablar y nos dimos cuenta de que se trataba de gente con experiencia y que nos íbamos a entender bien. De hecho, nos preguntaron por nuestro tipo de ezpeleta parasol porque les interesaba para su terraza. Finalmente se hicieron con varios parasoles de estilo similar, pero con un toque personal de forma que se conseguía una uniformidad en la propia calle. Y no tardaron en llegar dos locales más enfocados a la restauración hasta que nos convertirnos en una zona de moda en la ciudad.