Hace ya unos cuantos años de mi últimos viaje a Asturias, pero por lo que recuerdo me había gustado bastante. Recuerdo que las playas que estaban entre acantilados me habían encantado porque eran muy distintas de las playas a las que estoy acostumbrado. Ya que donde vivo las playas son mucho más abiertas que aquellas. Otra cosa que me había gustado mucho de ese viaje fue ver que todo era bastante verde, había muchos campos de pastoreo de vacas y fue ahí cuando me di cuenta de lo parecidos que somos los gallegos y los asturianos. Porque he ido de viaje a otras partes de españa pero ninguna tenía ese tono de verde al que estamos tan acostumbrados y que a los foráneos les llama tanto la atención. Y les llama tanto la atención porque donde viven el verde ha desaparecido casi completamente y es esencial que las zonas verdes sigan siendo el color predominante en el paisaje.
Esa no era la primera vez que viajaba a Asturias, la primera vez que viajé hasta allí fui con mi abuelo, a él le habían invitado a asistir a unos partidos de fútbol y me llevó con él todo ese fin de semana. Me lo pasé muy bien durante todo el fin de semana, pero hubo un inconveniente que ya había tenido en cuenta. Cuando fuimos al mareo, que es la ciudad deportiva del sporting de Gijón, no tenían en la cantina las pipas que a mi me gustan para ver el fútbol pero por fortuna eso ya lo tenía más o menos asumido, por lo que antes de salir de viaje fui a provisionarme al quiosco de enfrente de mi casa.
En ese primer viaje no me pareció que Asturias fuese tan verde como me pareció la última vez que fui, es más, cuando fui a Oviedo me pareció todo muy gris y oscuro, aunque supongo que sería a causa de las minas de carbón. Sea como sea, lo que saco en claro de los dos viajes que he hecho a Asturias es que me gusta bastante, tiene cosas muy similares a Galicia.