El litoral gallego depara sorpresas inesperadas al visitante extranjero. El archipiélago formado por las islas de San Martiño, Monteagudo y Faro es sin duda una de ellas. Más allá del reclamo que suponen arenales como Rodas o Figueiras, son la fauna y flora de las Cíes las que despiertan el interés de los amantes de la naturaleza. Con toda justicia, esta isla es considerada un refugio para la biodiversidad.
Esta realidad se impone a la hora de comprar ticket islas cies, pues se requiere una autorización de la Xunta para visitarlas, con un aforo cada vez más limitado. Este requisito se explica por la presencia de endemismos animales y vegetales que reconocen su hogar en este archipiélago, de indiscutible valor natural.
De menor a mayor importancia, cabe destacar las poblaciones de conejos y erizos que habitan las Cíes, así como una variada gama de reptiles entre los que se incluyen el lución, el eslizón y la lagartija ibérica. Los colúbridos, aunque existentes, no son venenosos.
Dentro de los mamíferos y vertebrados acuáticos, los visitantes podrán observar pulpos, sepias, caballitos de mar, rodaballos, percebes o estrellas de mar en estas costas. Conviven con ellas diversos moluscos y crustáceos, sin mencionar los preferidos del público infantil: los delfines y las orcas, que también hacen acto de presencia en las orillas de las Cíes.
Sin embargo, la avifauna se convierte pronto en el centro de atención de quienes ponen un pie en estas islas, catalogadas como Zonas de Especial Protección para las Aves (ZEPA). Destacan el cormorán moñudo y la gaviota patiamarilla, por su delicado estado de conservación.
Respecto a la flora, las Islas Cíes albergan numerosos endemismos, como el subarbusto denominado camariña o la hierba conocida como armería o clavelina del mar. Al otro lado de las dunas y playas, este archipiélago cuenta con poblaciones de abedules, madroños y robles melojo, mientras que en el agua pueden descubrirse al menos doscientas especies de algas.