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La cultura castreña surgió a fines de la Edad del Bronce y perduró durante ocho siglos, dejando en Asturias, Zamora, León o Galicia una herencia de incalculable valor. En particular, la comunidad gallega alberga numerosas fortificaciones o «castros» de origen prerromano que jalonan la historia de las Islas Cíes, Baroña o San Vicenzo de Elviña.

Por un lado, el archipiélago formado por las islas de Monteagudo, do Faro y San Martín —las Cíes— contiene restos arqueológicos de época castreña en As Hortas. Este asentamiento junto al Monte Faro acoge concheiros, altares druídicos y otros exponentes de esta antigua población, anteriores a la ocupación romana.

Declarado 'Bien de Interés Cultural', el castro de Elviña contiene varios recintos fortificados, entre los que destacan la Fuente Cubierta, la Casa del Tesoro o el Templo Fálico. Su colección de restos, expuestas en el Museo Arqueolóxico e Histórico del Castelo de San Antón, incluye cerámicas, diademas, gargantillas, collares y pulseras que demuestran la prosperidad alcanzada por esta fortificación de La Coruña.

Por su parte, el castro de Santa Tecla sorprende por su buen estado de conservación y la belleza de sus vistas, pues se eleva más de trescientos cuarenta metros sobre el nivel del mar. A diferencia de los anteriores, este poblado fortificado ha sido reconstruido parcialmente y muestra varias viviendas con el aspecto que debieron presentar en origen. Los tesoros aquí hallados —ánforas, monedas, etcétera— pueden contemplarse en el Museo Arqueolóxico do Monte.

Otro castro galaico de interés se alza en Cangas de Morrazo, en Pontevedra. El Facho de Donón conserva los vestigios de murallas y viviendas circulares, siendo atractivo para el turista casual gracias al espectacular promontorio en que se ubica.

De vuelta a La Coruña, otro yacimiento de época castreña es el de Baroña. Cuenta con una veintena de casas circulares y los restos de un foso, una muralla y hornos.

El turismo activo brilla con especial intensidad en Galicia. La convivencia entre mar y montaña en sus casi cuarenta kilómetros de litoral hacen de la ría de Vigo uno de los principales enclaves del sector. A la hora de decidir que hacer en Ons, no faltan rutas de senderismo por las que transitar y explorar este destino isleño.

En concreto, Ons cuenta con cuatro rutas de senderismo oficiales. A destacar la denominada Ruta Norte, de tres horas de duración, que discurre por las zonas más agrestes del Alto da Cerrada, haciendo parada en el arenal de Melide y en Punta do Centolo.

Sin abandonar la isla de Ons, los entusiastas del trekking disponen de la Ruta Sur, más liviana que la anterior. Su itinerario atraviesa parajes tan conocidos como Buraco do Inferno, el mirador de Fedorentos o los barrios de Canexol y Pereiró.

Probablemente, la ruta natural más codiciada por los senderistas es la Senda del Agua, así bautizada por recorrer algunos de los accesos y vías de servicio del canal de suministro. Esta travesía se abre camino por entre bosques, ríos y áreas de descanso, transcurriendo en su parte final por el municipio de Redondela.

El medio acuático aporta un valor añadido a las actividades de turismo activo de Vigo. Por ejemplo, las travesías en barco hasta la isla de Ons o el archipiélago de las Cíes representan un reclamo para cualquier viajero. Dado que estos destinos no son visibles con otros medios de transporte, el turista encuentra al desembarcar, un entorno natural casi salvaje.

Para experimentar emociones fuertes, el kayaking dispone en Vigo de numerosos enclaves donde su práctica es disfrutable. Cangas do Morrazo, la isla de San Simón o Moaña sirven de marco para estas actividades acuáticas. Además del kayak, se utilizan piraguas, canoas canadienses y canoarafts.

¿Te apetece disfrutar del senderismo en Ons? Si es así, te indicamos todos los pasos a seguir para que tu día sea muy especial.

Para empezar, si vas a ir durante la temporada alta, tienes que tener en cuenta que el número de personas que pueden acceder a la isla está limitado. Por lo tanto, tendrás que entrar en la Web de la Xunta y reservar un día para poder ir. Una vez que tienes tu permiso activado puedes comprar los billetes para el barco que te llevará a pasar el día a Ons.

Te recomendamos no cargar con demasiadas cosas, vete con un calzado cómodo, con una gorra para el sol, protectores y un teléfono bien cargado para poder hacer todas las fotos que te apetezca. Allí podrás comprar agua y comida, por lo que no tienes por qué ir con ella desde tu salida.

Puedes descubrir las rutas en muchas Webs en las que te van a hablar de las mismas. Es importante que elijas la ruta en función de la longitud y de la dificultad y que tenga en cuenta a quienes te acompañan. La ruta siempre se elige en función de la persona menos experimentada o con más dificultades y el resto se adaptan a esa persona. Es así como se hace para evitar que alguien tenga que ir forzado y no disfrute de la experiencia o, lo que es peor, se acabe lesionando.

Todas las rutas de senderismo parten del punto de información que encontrarás al bajar del barco, por lo que no tienes que llevar nada anotado si no quieres. Solo llegas allí y pides un mapa y la información que puedas necesitar. Confirma que la ruta que has elegido es adecuada para hacerla el grupo y, de no ser así, pide que te recomienden la que podríais llevar a cabo.

Compra bebida y bocadillos en el caso de que pienses que pueden hacer falta o que tengáis pensado quedaros en una cala a tomar el sol y a descansar. Pero no olvides que tendréis que tomar el barco de vuelta, por lo que hay que programar el camino de regreso con suficiente antelación para que no haya que correr. Lo mejor es programarlo todo para que nos lleve de vuelta media hora antes de la salida del barco y así estar totalmente tranquilos respecto a eso.

El verano pasado fue un período difícil para muchas personas debido a la pandemia. Sin embargo, algunas personas decidieron intentar escapar de la monotonía y el estrés diarios haciendo turismo interno y explorando los hermosos paisajes de su propio país. Yo fui una de esas personas y decidí pasar un fin de semana en las Islas Cíes haciendo rutas de senderismo.

Pensé que sería una buena manera de desconectar y disfrutar del aire libre, pero lo que no esperaba era lo duro que iba a ser. En primer lugar, conseguir un billete de ferry para llegar a las islas fue todo un desafío, ya que había una gran demanda debido a la limitación de aforo. Finalmente, logré conseguir uno para un fin de semana a finales de agosto.

Cuando llegué a las islas, me encontré con que estaba mucho más concurrido de lo que esperaba. A pesar de que el aforo estaba limitado, había mucha gente allí, y las playas y rutas de senderismo estaban llenas de turistas. Además, el calor era asfixiante, lo que hacía que el senderismo fuera mucho más difícil de lo que imaginé.

Las rutas de senderismo en las Islas Cíes son hermosas, pero también son muy desafiantes. Hay muchos senderos empinados que suben y bajan, lo que hace que sea necesario tener una buena condición física para poder disfrutar plenamente de la experiencia. Pero el calor y la cantidad de gente que había en las rutas hicieron que fuera muy difícil.

A pesar de todo, no me arrepiento de haber ido. Las vistas eran impresionantes y me sentí en contacto con la naturaleza. Me permitió desconectar y olvidarme de todo por un momento. Pero definitivamente no fue un fin de semana de turismo de relax en las playas, más bien una experiencia intensa de conexión con la naturaleza que requirió mucho esfuerzo físico.

En resumen, el verano pasado fue un reto para todos, y si bien mi viaje a las Islas Cíes fue un poco más difícil de lo que esperaba, todavía fue una experiencia gratificante. Me recordó la importancia de perseverar y seguir adelante incluso cuando las cosas se ponen difíciles.