Hay una diferencia entre decoradores y diseñadores y es la formación. Cualquiera puede convertirse en decorador de interiores. Alguien que siente pasión por los colores, las telas y los textiles puede convertirse en un decorador simplemente imprimiendo tarjetas de presentación y promocionándose a los clientes. Esto no es malo pero la formación es importante.
Por otro lado, un diseñador de interiores debe tener una titulación acreditada. Se trata de un requisito para trabajar en el campo del diseño de interiores.
Es fundamental también tener un don para los diseños. Puede parecer obvio, pero para convertirse en un diseñador de interiores, debes tener un estilo innato a la hora de decorar. A partir de tu pasión será el momento de buscar una especialización.
No obstante, un diseñador de interiores hace muchas más cosas. Y es que mientras que las telas, los muebles y el color juegan un papel importante en el diseño de interiores, hay muchas otras tareas que hacen los diseñadores de interiores y algunas de ellas son menos divertidas.
Un diseñador de interiores debe estudiar historia del diseño, la estructura de los edificios, los códigos de construcción, la ergonomía, los conceptos espaciales, la ética, la psicología, dibujo por ordenador y mucho más. El diseño de interiores va mucho más allá de decorar una estancia.
Se requieren todas estas habilidades porque los diseñadores de interiores no trabajan solo con propietarios de viviendas, sino también con constructores, arquitectos, agencias gubernamentales y propietarios de empresas. Para convertirse en un diseñador de interiores de éxito hay que formarse.
Un buen diseñador de interiores sabe que lo importante no es su estilo al decorar sino el de sus clientes. Los diseñadores pueden ofrecer a sus clientes una amplia gama de estilos de diseño para elegir. El trabajo del diseñador de interiores es ofrecer una variedad de estilos y dirigir al cliente hacia la opción de diseño correcta, al tiempo que se debe sentir cómodo con la elección que se ha hecho para su casa.