Estoy en una fase de mi vida en la que tengo más tiempo. En el trabajo va bastante bien, nos permiten tener un par de días a la semana de teletrabajo y eso me ha facilitado mucho la tarea. Pero, por otro lado, ha supuesto un reto que es trabajar adecuadamente desde casa, algo que apenas había hecho en mi vida.
Y es que para trabajar desde casa tienes que tener un cierto dominio de la parte técnica que en mi caso era bastante limitada. En la oficina cuando tienes un problema con alguno de los equipos informaticos pones una incidencia y se ocupan ‘los de informática’. Pero en casa es un poco diferente. Aunque en remoto también te pueden ayudar, el trabajador debe tener unas mínimas nociones.
Fue así como empecé a meterme en algunos foros informáticos, al principio para solucionar un par de problemillas con el ordenador. Pero después le cogí el gusto. Es algo que me suele pasar con otras aficiones. Me gusta meterme en cosas que domino e ir aprendiendo poco a poco. Resulta un poco curioso porque no soy de meterme muy a fondo en una sola cosa y hacerme un experto, sino mirar muchas cosas diferentes.
En el caso de la informática empecé a cogerle el gusto en un subforo sobre teletrabajo en el que algunos expertos daban consejos para sacar el mejor rendimiento a esta forma de trabajar. Trucos que iban desde cómo orientar adecuadamente la mesa del despacho (o la mesa donde trabajes en casa) hasta qué procesador elegir para equipos informáticos domésticos dirigidos exclusivamente al teletrabajo.
Así fui aprendiendo que los ordenadores para trabajar en tareas sencillas que no necesitan muchos programas funcionando a la vez no precisan ser muy potentes ni caros. Que más bien se trata de ordenadores de uso sencillo, intuitivos y duraderos.
Sé de algún compañero que, en plena época del confinamiento, se volvió loco y compró ordenadores carísimos y súper equipados cuando lo único que iba a hacer era conectarse a un chat y hacer algunas videoconferencias... Mejor gastar en un buen micrófono inalámbrico.