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La fotocerámica o fotonicho es un servicio común en crematorios, Tanatorio Zamora y otros establecimientos del sector funerario. Consiste en la incrustación permanente del retrato de la persona fenecida en vajillas, adornos y otros soportes de porcelana, cerámica y materiales similares. De este modo, los familiares conservan un recuerdo visual de la persona fallecida con el que pueden acompañar, por ejemplo, la urna funeraria.

 

A mediados del siglo XIX, el francés Lafon de Camarsac logró trasladar una imagen fotográfica a una superficie de cerámica. Los sucesivos avances y evoluciones de este descubrimiento dieron lugar a lo que hoy conocemos como fotocerámica, que hoy se utiliza incluso para agregar a nichos y lápidas la imagen del difunto.

 

Respecto al funcionamiento de la fotocerámica, este proceso emplea altísimas temperaturas para trasladar una imagen a un soporte de cerámica mediante la impresión vitrificada. En entornos al aire libre, la imagen permanece expuesta a las inclemencias meteorológicas, razón por la que suele aplicarse una capa de barniz, capaz de soportar los efectos del paso del tiempo.

 

La demanda de fotocerámicas se explica por sus múltiples beneficios, como la personalización de la lápida funeraria, que permite distinguirla del resto y mostrar así un mayor respeto y cariño hacia el ser querido. La limpieza y mantenimiento de las obras vitrificadas es fácil y no supone grandes molestias para los familiares.

 

Disponer de imágenes fotocerámicas ayuda a mantener a ese allegado presente en la memoria, de una forma más tangible que un simple álbum o cuadro. Acompañada con este detalle, el jarrón funerario no será un mero recipiente de cenizas, sino que mostrará en lugar visible a la persona que las representa.

 

Desde una óptica más espiritual, la ‘eternidad’ de la persona amada será mayor si su imagen está presente en la lápida, de acuerdo con una serie de creencias milenarias.

Sentirse bien y seguro es primordial para disfrutar de la terraza o el jardín doméstico al final de una dura jornada de trabajo. Sin embargo, el mobiliario existente no siempre colabora con este objetivo. En ocasiones puede resultar incómodo, estar obsoleto o contradecir el resultado de la última redecoración.

 

Sea cual sea la razón, invertir en una mesa terraza pequeña, mediana o grande es una decisión acertada, siempre que el modelo elegido se adapte a las propias necesidades y cumpla con una serie de requisitos. En primer lugar, las dimensiones de este mueble deben ser acordes al número de personas que la utilizan.

 

Mientras que un propietario soltero verá satisfechas sus necesidades con una mesa para 2, 3 ó 4 plazas, una familia necesitará un modelo de mayor tamaño, capaz de albergar a 6 o más personas. Este parámetro no es independiente de factores como el espacio disponible, que condicionará en gran medida la elección de la mesa. Cuanto estos aspectos entran en conflicto, elegir un punto intermedio es la solución más indicada.

 

En caso de disponer de un jardín o una terraza amplia, el espacio puede no ser un problema, pero la ubicación que dar a la mesa sí podría serlo. Los usuarios en esta circunstancia deben colocar el mueble teniendo en cuenta dos condicionantes: la distancia mínima entre este mueble y los demás, el tránsito y la incidencia del sol y del viento. Seleccionar un lugar adecuado puede marcar la diferencia entre el bienestar y la incomodidad.

 

Otra de las cuestiones más relevantes es el diseño y los materiales de fabricación. Las posibilidades son diversas: resina, madera, metal, ratán, etcétera. La solución no siempre está determinada por los propios gustos y posibilidades económicas. Cada material posee una serie de prestaciones innatas que afectan al rendimiento de la mesa, haciéndola más resistente a la humedad ambiental, por ejemplo.

En mi pueblo es el lugar perfecto para poder disfrutar de la magia que ofrecen las pinturas para exterior en Sanxenxo. Aquí se encuentra una fábrica donde los artistas locales se dedican hace años a producir las pinturas de más alta calidad y con un toque único. Desde un inicio, ha existido un compromiso por parte de los propietarios con el medio ambiente, al implementar prácticas éticas como usar materiales reciclados y emplear procesos ecológicos en la fabricación.

 

Los colores se crean con los mejores pigmentos naturales disponibles. Los artistas de la fábrica aprovechan estos elementos para crear tonalidades ricas que no solo se ven hermosas, sino también resisten el desgaste causado por el viento, la lluvia y los cambios bruscos de temperatura. Esta combinación única permite que los colores mantengan su brillo original mucho tiempo después de su primera aplicación.

 

Durante mi visita a esta peculiar fábrica, tuve la oportunidad de ver de primera mano cómo trabajan los artistas. Estaba impresionada con sus habilidades creativas; podían crear diseños completamente detallados usando mezclas meticulosa de pigmentos naturales con distintas materias primas y productos químicos. Todos ellos trabajan juntos en armonía para lograr un resultado perfecto que destaque entre la competencia.

 

La curiosidad e innovación son las características principales que hacen que esta fábrica sea tan única; aquí lo hasta lo impensable se puede convertir en realidad transformando simplemente algunas materias primas básicas en obras de arte intemporales. Es por esto que sigo visitando regularmente la fábrica de pinturas para exterior en Sanxenxo cada vez que busco inspiración o necesito refrescar mis ideas.