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Mamparas de protección para tu comercio

Las mamparas de protección son una manera no solo de protegerse de virus, sino también de robos o de agresiones cada vez más frecuentes en muchos lugares públicos. Incluso hay establecimientos que, por ley, tienen que contar con espacios totalmente protegidos por mamparas para que sus trabajadores estén a salvo a partir de ciertas horas, como es el caso de las gasolineras.

Las mamparas de protección baratos pueden ser una simple barrera para evitar las salpicaduras de micropartículas de saliva al hablar, con lo cual se trata tan solo de una plancha a la altura del rostro del vendedor y del cliente que hace de parapeto. Pero pueden ser algo más, por ejemplo, una cabina en la que el vendedor esté protegido totalmente.

Este tipo de cabinas pueden llegar a ocupar todo el mostrador y se instalan en comercios que resultan atractivos para los ladrones. No siempre tienen que ser blindados como los de los bancos, simplemente evitando que una persona pueda meter el brazo al interior del mostrador o agarrar al empleado, ya están cumpliendo una función protectora. Eso sí, deben de tener cierta estabilidad y ser permanentes, porque si se caen con un simple empujón no valdrían para mucho.

Cada vez las vemos con más frecuencia en locutorios en los que se realizan envíos de dinero a otros países e incluso en despachos de tabaco. Pero también en tiendas que abren durante la noche, como las famosas 24 horas. Algunas de estas tiendas son totalmente abiertas y autoservicio durante el día, cuando el ambiente es más tranquilo. Al llegar la noche, en la puerta se coloca la mampara y quienes acuden tienen que solicitar lo que desean y esto les es despachado a través de un cajón o de una ventanilla para evitar robos de mercancía o atracos.

 

Muchos lugares públicos están descubriendo que mamparas que en principio han sido instaladas con motivo de la pandemia tienen una función muy útil a la hora de aislar de clientes airados, como es el caso de oficinas públicas en las que algunos ciudadanos pagan con los trabajadores la frustración de no haber sido atendidos antes o, simplemente, de que la información que se les da no es la que esperaban y no es conforme a sus intereses. En este caso, son una barrera que permiten que haya una distancia de seguridad y dan margen para reaccionar pulsando el botón de socorro del ordenador en caso de problemas.